OPINIÓN, CREENCIA Y CONOCIMIENTO: GETTIER

Supongamos que ayer a las diez de la mañana se estropea el reloj de Juan, sin que se dé cuenta de ello. Supongamos además que hoy, a la misma hora, Juan mira su reloj y obtiene la información de que son las diez. Cree que son las diez y efectivamente lo son. ¿Pero puede decirse que Juan sabe que son las diez?

Muchos filósofos han definido el conocimiento como creencia verdadera y justificada; es decir, que para saber algo sería necesario cumplir con estas tres condiciones:

a) Se cree en ese algo.
b) Ese algo es verdad.
c) Uno está justificado en creer ese algo.

Es la clásica definición tripartita de conocimiento: un agente A sabe que P, donde P es una proposición que describe un hecho del mundo, si y sólo si se cumplen esas tres condiciones: (i) A cree que P, (ii) P es verdadera, (iii) A tiene una justificación para creer que P.

En el diálogo Teeteto de Platón, un personaje dice: «Estoy pensando ahora, Sócrates, en algo que le oí decir a una persona y que se me había olvidado. Afirmaba que la opinión verdadera acompañada de una explicación es saber, y que la opinión que carece de explicación queda fuera del saber.» Platón no aceptaba la definición, pues en su filosofía la opinión lo es de cosas sensibles mientras que el conocimiento lo es de Las Ideas. Pero muchos filósofos aceptaron que tanto creencia como conocimiento lo son de cosas, siendo el conocimiento una creencia que además es siempre verdadera y está bien fundamentada.

Contraejemplos de Gettier

En 1963 se publica en la revista Analysis un brevísimo artículo del filósofo Edmund Gettier titulado ¿Es conocimiento la creencia verdadera y justificada? Allí se rechazaba la clásica definición tripartita de conocimiento mediante ejemplos de creencias verdaderas y justificadas que intuitivamente no aceptaríamos como ejemplos de conocimiento.

Podemos creer justificadamente proposiciones falsas, como cuando alguien cree que son las diez a las once porque mira su reloj (que siempre había funcionado bien) una hora después de que se estropee.

Gettier diseñó contraejemplos para la definición tripartita. En ellos, alguien tiene una creencia verdadera y justificada que sin embargo no es conocimiento. han servido para que pensemos en muchos ejemplos parecidos:

Estoy en una ceremonia, y le pregunto a un amigo al lado mío cómo reconocer a su papá, a quien yo nunca he visto. Mi amigo me dice que su papá es el único en la ceremonia que tiene bigote. Miro alrededor, y la única persona que tiene bigote está vestida de negro. Entonces, yo deduzco que “el papá de mi amigo está vestido de negro”. Sucede, sin embargo, que el papá de mi amigo en realidad justo ha ido al baño cuando he mirado. La persona que yo veo con bigote acaba de llegar y no es el papá de mi amigo. A su vez, el papá de mi amigo, efectivamente, está vestido de negro.

Vemos que:
a) Yo creo que “el papá de mi amigo está vestido de negro”.
b) Es verdad que “el papá de mi amigo está vestido de negro”.
c) Estoy justificado en creer que “el papá de mi amigo está vestido de negro”, porque lo he inferido del testimonio verdadero que me ha dado mi amigo.

Con esto, según los criterios vistos al principio, uno puede decir que yo sé que “el papá de amigo está vestido de negro”. Pero, ¿podemos decir que realmente lo sé?

Al mirar con calma el caso, encontramos que lo que debilita la creencia es que es mera casualidad que la creencia adquirida que “el papá de mi amigo está vestido de negro” es verdad. No hay un vínculo que una el hecho que mi creencia es verdad con la justificación que pretende sostener mi creencia. Y es que, un aspecto importante que interviene en estos contraejemplos es el azar, que favorece la verdad de ciertas creencias sin que ello implique la justificación de las mismas, como cuando alguien mira su reloj estropeado a las diez e infiere (acertadamente pero por casualidad) que son las diez.

Confiabilismo al rescate

-Otro contraejemplo:

Imaginemos que en una alejada región, existe una carretera en la que conduce Sócrates con su automóvil. Hacia los lados derecho e izquierdo, él observa una gran cantidad de lo que parecen ser graneros. Pero lo que Sócrates no sabe, es que esos graneros son en realidad fachadas de cartón, que están ahí digamos como decorado para una filmación. Desde la carretera, esos graneros de cartón son totalmente indistinguibles de los graneros de verdad. Si Sócrates llegara a afirmar que tiene el conocimiento que allí hay graneros, sería mentira, ya que no se cumple la condición de veracidad, aunque él crea y esté justificado para hacerlo. Pero supongamos que Sócrates señala un granero al azar que, por casualidad, sí es un granero auténtico, el único verdadero que hay, y dice la siguiente afirmación: «Ahí hay un granero».

En este caso concreto, su creencia es verdadera y está firmemente justificada. Sin embargo ¿podemos afirmar que Sócrates sabe que ahí hay un granero? ¿Estamos ante un caso de conocimiento? Atendamos a que él hubiera dicho lo mismo, de haber elegido cualquier otro granero. Se cumplen las tres condiciones de la definición clásica (Creencia Veradera Justidicada) y sin embargo no parece tratarse de conocimiento propiamente dicho.

-Otro más:

Imaginemos que Platón se encuentra cara a cara con Gettier. Platón ha observado claramente que Gettier tiene un calzado color carmesí, y por otro lado ha corroborado rigurosamente que Gettier recibirá un reconocimiento, por parte del pueblo, por su gran labor como pensador. Es decir, Platón está justificado en afirmar:

 (a) Gettier tiene calzado color carmesí y Gettier recibirá un reconocimiento por su labor como pensador.

De la proposición anterior, Platón infiere lo siguiente:

 (b) El hombre que tiene calzado color carmesí recibirá un reconocimiento por su   labor como pensador.

Platón está totalmente justificado en aceptar a (b) como verdadera, a partir de los fundamentos que establece (a), para los cuales tiene, como vimos, evidencia firme.

Pero supongamos que, a último momento, y sin que Platón lo sepa, el pueblo decide destinar el reconocimiento a Platón y no a Gettier. Imaginemos, además, que Platón también tiene un calzado color carmesí, aunque en ningún momento se percató de ello pues no tenía importancia. Entonces, vemos que la proposición (a) es falsa, mientras que (b) sigue siendo verdadera. Aquí llegamos al quid de la cuestión. Platón tiene la creencia verdadera y justificada de que (b) y no por ello podemos decir que tiene conocimientode que (b). En otras palabras, la proposición (b) cumple todos los requisitos necesarios para ser considerada conocimiento: es totalmente verdadera, Platón cree en ella y está justificado para hacerlo, pero vemos claramente que él no ‘sabe’ que (b), ya que la ha formulado en virtud de que era Gettier quien tiene calzado color carmesí, y que era también Gettier quien recibiría el reconocimiento.

Los problemas de Gettier señalan dos cuestiones:

  • La evidencia y el razonamiento por el cual justificamos una creencia puede implicar inequívocamente que esa creencia sea verdadera, aunque de hecho no lo sea. Es decir, es posible justificar algo falso.
  • Si se acepta una creencia verdadera y justificada, también se acepta como verdadera y justificada otra creencia que derive o esté implicada por la primera.

¿Soluciones al problema de Gettier?

Con esos problemas, Gettier consiguió abrir el debate acerca de qué es el conocimiento. Una opinión generalizada es que dichos problemas en realidad no constituyen una amenaza a la definición clásica, sino que más bien son malinterpretaciones de los conceptos de creencia, veracidad y justificación.

Por ejemplo, los sexadores de pollos saben distinguir un pollo macho de una hembra. Siempre han justificado este saber diciendo que lo hacían a través de la vista. Pero se ha demostrado, que en realidad, sin saberlo, lo distinguen por el olor.

En este caso sí estaríamos dispuestos a admitir conocimiento, y sin embargo la justificación, al ser errónea, no juega ningún papel. Parece ser que hay casos en los que «sabemos algo y no sabemos por qué».

Otras consideraciones que podríamos hacer para intentar responder a los problemas de Gettier:

  1. La definición de conocimiento es válida, en la mayoría de los casos. La tarea del filósofo es determinar en qué casos falla y por qué.
  2. Los contraejemplos son válidos, mas poco interesantes, ya que el verdadero problema es que no puede existir una definición general de conocimiento. Esta estrategia se inspira en el Wittgenstein de Investigaciones filosóficas (1953). No habría características comunes a todos los casos de conocimiento y sólo a ellos, sino un «aire de familia» entre los casos de conocimiento que reconocemos como tales.
  3. La definición de conocimiento es revisable, modificando sus cláusulas y/o añadiendo cláusulas nuevas:
  • Análisis causal: A sabe que P si y sólo si la creencia de A está causada por el hecho que hace verdadera a la proposición P. No se explica el conocimiento de hechos futuros o de verdades universales.
  • Análisis fiabilista: A sabe que P si y sólo si obtuvo la creencia mediante un método fiable. No se ha hecho más que interpretar la justificación como fiabilidad.
  • Análisis de la no-refutación: A sabe que P si y sólo si la razón por la que A cree que P no es refutada por alguna otra razón que a su vez no sea refutada.
  • Análisis del rastreo de la verdad: A sabe que P si y sólo si A cree que P, P es verdadera, si P no fuese verdadera A no creería que P, y si en condiciones distintas P continuara siendo verdadera A continuaría creyendo que P.

En fin, recordemos algunas respuestas acerca de la cuestión ¿Cómo sabemos que sabemos?

-ESCEPTICISMO: «No tenemos forma de saber que sabemos. No podemos apoyarnos en nada para fundamentar el conocimiento. Nada es demasiado fiable».

Como respuesta al Escepticismo:

FUNDAMENTALISMO: Sí que podemos conocer. Todo el edificio del conocimiento está construido sobre unos principios o bases autoevidentes que no es necesario justificar. Esta base es la experiencia. Es decir: «tengo pies porque los veo».

COHERENTISMO: Sólo podemos justificar un conocimiento atendiendo a otro «conocimiento». Es decir, justificamos una creencia con otra creencia. Es algo así como una red o sistema de creencias infinito que no está sustentando en nada. Según ellos es el propio sujeto el que decide dónde parar esa cadena infinita.

Deja un comentario